jueves, 27 de noviembre de 2014

Una clase contada por sí misma





www.digeibir.gob



Por Elena Vásconez


"He aprendido a palpar de cerca la realidad de los niños indígenas, ver como vienen a estudiar sin zapatos o como deben recorrer hasta 7 horas para llegar, me ha enseñado a ser maestro y a ser una mejor persona" afirma el docente de una escuelita intercultural bilingüe ubicada en una comunidad rural de la provincia de Tungurahua, mientras estamos en un curso de pueblos y nacionalidades destinado a los maestros que trabajan en estos centros educativos.

Pensar en un proceso de educación adaptado a la realidad de los pueblos y nacionalidades implica, necesariamente, reorientar el enfoque en el entendimiento de la historia, reconocer la identidad y, por su puesto, cambiar al sujeto de enunciación. Dejar atrás a ese que nos cuenta la historia oficial con sus héroes y vencidos para dar paso a los actores propios, a los sujetos que desde siempre han construido esa otra historia, aquella de la que no se habla en los libros.




Les pido a mis compañeros docentes que cierren sus ojos y recuerden por un instante como, en su niñez, les enseñaron la historia, uno de ellos me dice "yo recuerdo que había el libro terruño y otros que después salieron (disque más modernos), ahí los personajes más importantes eran los españoles, aparecía Benalcázar y los conquistadores, altos, blanquitos, unos chapetones bien vestidos, con pelucas raras, recuerdo que se hablaba de la corona, los reyes y un poco, a penas, de los indios, ellos en cambio eran débiles, andaban desarrapados y según se decía, eran salvajes, no tenían cultura ni racionalidad".


Historia

Varias fueron las reflexiones sobre la importancia de restituir una historia contada desde los pueblos, su memoria y sabiduría. El ejercicio fundamental consistió en plantear un análisis crítico en torno a lo que nosotros mismos entendemos por historia e incluso, a como la compartimos en nuestra aula de clase. Ese compartir se reflejaría a continuación.

Para trabajar la historia de los pueblos y nacionalidades del Ecuador  había preparado alguna información al respecto, sin embargo, ni los indicadores ni las diapositivas pudieron explicar con tanta precisión el tema como lo hicieron ellos, las maestras y maestros que pasaron adelante y, quitándose la vergüenza, en una tarea de profunda generosidad decidieron compartir el significado de su vestimenta, sus tradiciones, cuentos y cultura.

"El sombrero significa poder, autoridad, pero también nos sirve a las mujeres para defendernos", "los colores claros utilizan las mujeres solteras y los colores más oscuritos las mujeres casadas", "en mi comunidad realizamos todo un proceso para teñir los ponchos de lana de borrego con la tinta que sacamos de las plantas" "en la mía en cambio, los matrimonios duran ocho días" eran algunas de las tantas historias que en ese momento dejaban el anonimato y recobraban la vida desde la oralidad. Fue tan enriquecedor el diálogo colectivo que el encuentro terminó con una pampa mesa en señal de amistad, unión y reciprocidad.

Siempre es bueno escuchar al otro, dejarle que se cuente y se piense con los demás. A la academia le hace falta eso.




La educación tiene valor en tanto proceso que se construye con los otros desde el reconocimiento, la horizontalidad, la igualdad y el respeto. ¿Para qué nos sirve volver la mirada a la presencia histórica de los pueblos y nacionalidades y cuál es su importancia en la búsqueda de identidad y en el proceso de enseñanza aprendizaje?

La academia debe ser un espacio que provoque pensamiento, pero a su vez, un lugar donde puedan ser recreadas las historias invisibles, donde intervengan los propios actores con sus formas de pensar y sentir la vida, en una reflexión crítica que sostenga memorias y que además tenga el poder de humanizar el intelecto y reconstituir las identidades olvidadas, ayudándonos a descubrir sin tanta incertidumbre ¿quiénes somos?

En las aulas de las escuelitas bilingües de las montañas o de la Amazonía, en los espacios organizativos, en las comunidades y pueblos, en los procesos de formación y en la universidad, la misión y el compromiso transformador es el mismo, sin duda un reto por asumir, pero sobre todo, una experiencia esperanzadora por la que hay que apostar.


ENLACES DE INTERÉS:


Educación Intercultural Bilingüe en el Ecuador


Educación intercultural bilingüe


Educación bilingüe e interculturalidad en el Ecuador: Algunas reflexiones críticas